El matrimonio es una institución en la cual todos hemos pensado en algún momento de la vida, pero muy pocos consiguen que sea duradero en el tiempo.
El momento en el que te decides a dar el paso es crucial, puesto que tu vida cambia, así como tu estilo de vida para dar cabida a esa persona especial que lo ha cambiado todo y que forma parte de tu vida de aquí en adelante.
No es tan sencillo como parece y en realidad es todo un reto, principalmente porque vivimos en un entorno muy cambiante en el que no todos están dispuestos al gran reto de sacrificar parte de sus vidas por una persona, aunque todo sacrificio tenga evidentemente su recompensa.
Cuando antes aceptes la realidad que te rodea, no tengas al hombre perfecto, no tengas la familia política perfecta, no tengas la casa perfecta, entonces antes podrás disfrutar de tu matrimonio.
Escucha atentamente a tu pareja. Seguro hay cosas que le gustaría hacer pero no habéis hecho todavía por falta de tiempo, por dejadez, por rutina o simplemente porque no escuchas los deseos de tu pareja.
Abre bien los oídos y haz de un día normal una buena ocasión para que sea especial. Los detalles sorpresas son los más apreciados.
Las faltas de respeto son la clave para el fracaso. Se hace una vez y no se termina nunca. Habla con amor, desde el cariño y evita los reproches, el orgullo, y la guerra de poderes.
Estos ingredientes son la perfecta combinación de la receta de la frustación y el resentimiento. Evita peleas que no aportan nada a la relación y que desembocan al fracaso del matrimonio.
Pide perdón, al final y al cabo con el orgullo no se vive, luego lo pensarás y te darás cuenta de lo fácil que es, etc.
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