Cuando empezamos una relación, normalmente todo es color de rosa. Nos comunicamos con nuestra pareja todo el tiempo, queremos verla todos los días, pensamos en ella cada momento del día, si nos regala así sea una hoja de un árbol, nos encanta, en fin. Vivimos como si estuviéramos saltando de nube en nube con un arcoiris de fondo en un día muy soleado.
Hasta que el tiempo empieza a pasar y empezamos a conocer a la otra persona y descubrimos no sólo sus cualidades sino también, sus defectos. Y es ahí cuando ya no todo es tan lindo, cuando empiezan a surgir las peleas, las exigencias, los es que tú esto, es que tú aquello.
Debes procurar mantenerte siempre siendo detallista con tu pareja. Que por más que estén casados, no dejen de lado los detalles, ya sea que vayan a cenar a un sitio especial cada semana, que se inviten al cine, que se dejen dulces o mensajes de sorpresa, tantas cosas. Y seguro que los hará muy felices.
En los momentos en que nos enfademos con nuestra pareja, debemos respirar profundo y calmarnos, porque con la cabeza caliente lo único que vamos a lograr es empeorar la situación. Contaremos hasta tres y nos calmaremos para así poder llegar a conversar tranquilamente y solucionar la situación. Lo más importante, es ser comprensivo, tranquilo y buscar siempre que todo quede solucionado.
Tampoco debemos dejar acumular más de tres problemas, porque o sino en algún momento estallará y la situación será peor. Otra cosa que nos aconsejan las parejas experimentadas, es nunca llevar los problemas a la cama, que si van a discutir lo hagan en cualquier otro espacio y antes de dormirse.
Desde que nos casamos, hay varias cosas que empiezan a cambiar en la relación, haciendo que se enfríe y al final termine. Por eso te recomendamos que siempre estén pendientes de seguir la relación como cuando eran novios. Diciéndose cuánto se aman a cada rato, saludándose cariñosamente cada vez que hablen o se levanten, estando pendiente del otro con mensajitos de whatsapp durante el día, Son muchos detalles, etc.
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